Hoy hablaremos del segundo
trastorno neurodegenerativo más frecuente, la enfermedad de Parkinson (EP).
La EP es un trastorno crónico
producido por la pérdida progresiva de
neuronas en la Sustancia Negra del cerebro, en concreto de la parte
compacta. Las neuronas de esta área producen Dopamina, un neurotransmisor
implicado en el control y regulación del movimiento, y se envía al Cuerpo
estriado. Al morir las neuronas, todo este circuito queda alterado generando
la sintomatología típica del Parkinson: temblor de reposo, rigidez muscular,
bradicinesia e inestabilidad postural.
A medida que la neurodegeneración
progresa, aparecen los síntomas cognitivos.
En los estadios más iniciales, éstos son sutiles y no afectan a las actividades
de la vida diaria, siendo necesaria una exploración neuropsicológica
completa para detectar alteraciones.
Por lo general, el perfil neuropsicológico de la EP se caracteriza por un trastorno progresivo en las Funciones Ejecutivas; es decir, por dificultades en la planificación, y concentración, la adaptación a situaciones nuevas, la toma de decisiones y en la inhibición de respuestas automáticas. Todos estos aspectos son clave, puesto que representan un conjunto de procesos mentales que nos permiten adaptarnos a cada situación y que influyen en el resto de funciones cognitivas.
Por ello, encontraremos también
alteraciones en otras áreas como:
- Atención: se incluye la atención sostenida, selectiva,
alternante y dividida.
-Velocidad de
procesamiento: proceso cognitivo referido al tiempo entre la recepción de
un estímulo y la emisión de una respuesta. En la EP se encuentra alterada desde
etapas iniciales y se manifiesta como una lentitud cognitiva general, que se acentúa
cuando el paciente debe realizar tareas que requieren de varios procesos
cognitivos.
- Memoria: inicialmente, a pesar de que los pacientes con EP se
quejen de problemas de memoria, la alteración mnésica es secundaria a problemas
de atención, de memoria de trabajo y de velocidad de procesamiento. La memoria
inmediata visuoespacial se altera antes que la memoria verbal. Las dificultades
en la memoria a largo plazo aparecen más tarde y en menor intensidad, y están
frecuentemente asociadas a trastornos emocionales como la depresión.
- Lenguaje: hasta el 80% de los pacientes con EP manifiestan
dificultades en la comprensión y expresión del lenguaje, especialmente debido a
problemas articulatorios. Se unen alteraciones en el volumen de voz (hipofonía)
y en la entonación.
- Capacidades visuoespaciales: encontramos dificultades en la
percepción y la manipulación mental de objetos y figuras, y en la abstracción
espacial; también en tareas de reconocimiento facial e incluso en la praxis
visuoconstructiva.
- Emociones: a menudo, los aspectos psicológicos de la EP se ven
infravalorados a pesar de que influyen desde las primeras etapas. En algunos
casos, pueden aparecer síntomas como la apatía y abulia, obsesiones y
compulsiones, aplanamiento afectivo, baja expresividad facial y la depresión
endógena.
Al tratarse de un proceso
neurodegenerativo, en las etapas más avanzadas, entre un 20% y 40% de los
pacientes con EP desarrollan Demencia.
Son factores de riesgo la edad avanzada, la presencia de alteraciones
emocionales (depresión, impulsividad, ansiedad…) y una baja estimulación
cognitiva desde el inicio de la enfermedad.
¿Cómo puede ayudar la Neuropsicología en la EP?
El tratamiento neuropsicológico es esencial en la EP y ha demostrado ser de gran utilidad en la evolución del trastorno ya que ayuda a preservar mejor y por más tiempo las funciones cognitivas.
Desde Neuropsicología, el objetivo es mejorar la calidad de vida del paciente ralentizando al máximo la progresión de la enfermedad. Para ello, después de una exploración completa de todas las áreas, realizaremos sesiones adaptadas al paciente, según su sintomatología y la etapa del trastorno en la que se encuentre.
El hecho de implicar al paciente en
actividades cognitivamente estimulantes y mantener una rutina activa y social,
ayudará también a prevenir los síntomas emocionales subyacentes que,
como hemos visto, son un factor de mal pronóstico en la evolución de la EP.
Cuando aparecen los primeros
déficits cognitivos, es importante mantener la
estimulación cognitiva, pues se fortalecen las áreas cognitivas preservadas y se
minimiza la progresión del déficit, alargando así la autonomía y calidad de
vida del paciente.
A medida que la neurodegeneración
progresa, el trabajo neuropsicológico ha de incluir las denominadas técnicas
de compensación; se instruye al paciente en estrategias que potencien la
reorganización funcional, es decir, que las funciones intactas del cerebro asuman
la función de aquellas dañadas de modo compensatorio. Además, se enseña a hacer
uso de ayudas externas (como agendas, calendarios, alarmas, etc.) y se implica
a los familiares dando pautas de actuación en casa.
Por último, las sesiones se
realizan de modo individual y personalizado para cada paciente con el fin de
optimizar al máximo el tratamiento neuropsicológico.
Silvia Marcó
Neuropsicóloga NC: 19180
Experta en Neuropsicología Clínica por el Colegio Oficial de Psicólogos
Responsable del Servicio de Neuropsicología del Centro Perfetti
No es tracta d'ensenyar el malalt a "moure", sinó de guiar perquè dirigeixi l'atenció cap a les diferents informacions provinents del cos.
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